Tropas De Elite Alemanas Segunda Guerra Mundial

A comienzos de mayo de 1945, en los últimos días de la guerra en Europa, tuvo lugar una batalla inverosímil en la que soldados estadounidenses y alemanes lucharon codo con codo contra SS. El enfrentamiento ocurrió en el castillo de Itter que las tropas todavía fieles a Hitler pretendían asaltar para asesinar a los prisioneros franceses de alto rango que albergaba el recinto.

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El castillo de Itter, situado en los Alpes austriacos, existía como fortaleza, al menos, desde el siglo XIII. Fue renovado en 1878 y se convirtió en un hotel a principios del siglo XX. Después de que Alemania incorporara a Austria al Tercer Reich, el establecimiento pasó a estar bajo el control administrativo del campo de concentración de Dachau, situado a 145 kilómetros de distancia, y se convirtió en un centro de detención de las SS para prisioneros ilustres.

Agnes, la hermana del general De Gaulle, tras la liberación

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Getty

Una semana antes de acabar la contienda, los últimos reclusos del castillo eran en su mayor parte franceses de edad avanzada que habían sido altos cargos del gobierno antes de caer en desgracia. Dos de ellos, por ejemplo, habían sido primeros ministros: Édouard Daladier y Paul Reynaud.

También permanecía entre rejas Jean-Robert Borotra, un tenista al que apodaban "el vasco volador" por haber nacido en Domanine de Puy, cerca de Biarritz, y ser capaz de volear en las condiciones más acrobáticas. Años atrás, Borotra había ganado cinco Gran Slam: Winbledon (1924 y 1926), Roland Garros (1924 y 1931) y Open de Australia (1928).

El ejército alemán había convertido el castillo de Itter en una cárcel de alto standing para políticos franceses, entre ellos la hermana de De Gaulle

En el castillo permanecían también varias mujeres que fueron encarceladas junto con sus cónyuges o parejas, así como la hermana mayor del general Charles de Gaulle, Marie-Agnès Cailliau-de Gaulle. Nacida el 27 de mayo de 1889 en París, Marie-Agnès constituyó, junto con su marido, el ingeniero Alfred Cailliau, un centro muy activo de la resistencia francesa hasta ser detenida por la Gestapo.

En The Last Battle (La última batalla), el historiador estadounidense Stephen Harding describe la lucha el castillo de Itter basándose en documentos oficiales, memorias y entrevistas con testigos. Durante su estancia en Itter, los prisioneros de alto standing fueron bien alimentados y tenían permitido caminar por el interior del recinto. Sin embargo, todos ellos llegaron a temer muy seriamente por sus vidas.

UNSPECIFIED - CIRCA 1945:  From Left To Right, Edouard Daladier, Mrs. Weygand, General Maxime Weygand, American General Anthony Mac Auliffe, French Politician Paul Reynaud And French General Maurice Gamelin After Being Released From Itter Castele Intyrol In 1945.  (Photo by Keystone-France/Gamma-Keystone via Getty Images)

De izquierda a derecha: Edouard Daladier, la señora Weygand, el general Maxime Weygand, el general estadounidense Anthony Mac Auliffe, Paul Reynaud y el general  Maurice después de ser liberados

Gamma-Keystone via Getty Images

Los acontecimientos se precipitaron cuando el comandante del campo de exterminio de Dachau, situado a unos 14 kilómetros al noroeste de Múnich, en Baviera, al sur de Alemania, huyó al castillo de Itter, cuando Dachau estaba siendo liberado por el ejército estadounidense. Sin embargo, el 2 de mayo se suicidó.

Dos días más tarde, el 4 de mayo, el propio comandante del castillo de Itter y los guardias que custodiaban la fortificación dejaron sus puestos, abandonando a los prisioneros a su suerte. El problema es que los cautivos no podían salir del castillo sin exponerse a ser acribillados, ya que los bosques cercanos estaban infestados de unidades volantes de las Waffen-SS (el cuerpo de combate de élite de las SS), así como por patrullas de la Gestapo.

Un grupo de soldados de la Wehrmacht y una unidad de estadounidenses se unieron ante el ataque de miembros de las Waffen-SS

Fue entonces cuando los prisioneros franceses enviaron a un yugoslavo, Zvonimir Čučković, a pedir ayuda a los norteamericanos, quienes proseguían su imparable avance. Čučković se pudo poner en contacto con las tropas estadounidenses en Innsbruck, a unos 70 kilómetros de distancia. Pero, desgraciadamente, el castillo quedaba fuera de la jurisdicción militar de la citada división, según le comunicaron.

Sin saber el destino de Čučković, los presos del castillo de Itter enviaron a dos nuevos emisarios en bicicleta en busca de ayuda. Uno de ellos era el cocinero Andreas Krobot, quien pedaleó hasta el cercano pueblo de Wörgl esperando darse de bruces con las tropas aliadas. No obstante, en lugar de ello, se topó con miembros de la resistencia austriaca quienes le pusieron en contacto con el mayor alemán, Josef (Sepp) Gangl, un oficial que había renunciado a la causa nazi y dirigía un pequeño grupo de soldados alemanes deseosos de acabar la guerra y regresar cuanto antes a casa sin mancharse todavía más las manos de sangre.

Castillo de Itter, en Austria

Castillo de Itter, en Austria

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Gangl y sus hombres habían tejido ya una alianza con la resistencia local e incluso habían protegido a los lugareños de los envites de las SS. Al enterarse de la situación, Gangl aceptó proteger y liberar a los presos de Itter, siempre y cuando contara con la ayuda de los estadounidenses.

Gangl se puso entonces en contacto con el capitán John C. "Jack" Lee Jr., quien dirigía el 23º Batallón Blindado, y ambos visitaron sigilosamente el castillo. De vuelta, Lee organizó un grupo de rescate, pero ningún otro tanque, aparte del suyo, logró llegar a la ciudadela.

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Tras hacerse cargo de la situación, Lee se preparó para resistir el asedio, asegurando la defensa. En algunas fotografías de la época, puede vérsele con una sonrisa de oreja a oreja, fumando un cigarrillo, poco antes de dar comienzo una de las batallas más extrañas de la Segunda Guerra Mundial. La refriega se inició cinco días después del suicidio de Hitler, ocurrido el 30 de abril, y dos días antes de la rendición incondicional de Alemania.

Lee y Gangl contaban para la defensa del castillo con 14 soldados alemanes, un Kübelwagen (un todoterreno germano fabricado por Volkswagen) y 10 soldados norteamericanos. Asimismo, ambos militares dispusieron de la ayuda de Kurt-Siegfried Schrader, un oficial renegado de las Waffen-SS que estaba en el castillo recuperándose de unas heridas y que, después de trabar amistad con algunos presos, no estaba por la labor de proseguir una lucha sin sentido.

Lo primero que hizo Lee, un exjugador de fútbol estadounidense de complexión fornida, fue enviar a los prisioneros franceses al sótano, por razones de seguridad. A su vez, ordenó a los alemanes que le ayudaban a proteger al castillo, que se atasen un trozo de tela alrededor del brazo izquierdo para poder ser reconocidos. Una vez asignados los guardias, Lee se fue a dormir.

La batalla tuvo lugar cinco días después del suicidio de Hitler y dos días antes de la rendición germana

Pero no consiguió descansar mucho: pronto el ruido de las ametralladoras rasgó de nuevo el silencio. A toda prisa, cuenta Harding en su libro, Lee corrió hacia el patio, donde pudo distinguir los haces de luz de las balas cortando el aire. Las SS disparaban sin cesar desde una colina cercana. Cuando el tanque M4 Sherman comenzó a usar ametralladora, la embestida de las SS pareció detenerse momentáneamente, para después reanudarse.

Conforme avanzaba la batalla, los "prisioneros honorarios" franceses se sumaron a la refriega y comenzaron a utilizar las armas ligeras abandonados por los antiguos guardias del castillo en su huida. Por los testimonios recogidos por el historiador Stephen Harding, se sabe que tuvieron lugar escenas absurdas. El ex primer ministro francés, Paul Reynaud, de casi 70 años de edad, por ejemplo, se aprestó a seguir las órdenes de un joven teniente de la Wehrmacht que también defendía el castillo. "Desafortunadamente, no puedo confirmar que maté a un enemigo", escribió Reynaud más tarde.

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Cuando la munición de los defensores estaba a punto de agotarse, el timbre de un teléfono interrumpió el sonido de las armas: era un oficial estadounidense que llamaba para informarse de la situación. "¡Nos están disparando desde todos los lados!", le dijeron. "Será mejor que envíe a alguien a ayudarnos", pero la comunicación telefónica se cortó.

No obstante, fue suficiente para que un equipo estadounidense de rescate se pusiera en marcha. De repente, alguien se acercó a los soldados. René Lévesque, corresponsal de guerra canadiense, señalaría posteriormente: "como gran aficionado al tenis que era, lo reconocí casi de inmediato". Era Jean Borotra, el campeón de tenis francés. Disfrazado de granjero, Borotra se había abierto camino en busca de ayuda a través de las filas de las Waffen SS desde el castillo de Itter. Gracias a ello, pudo revelar las posiciones enemigas a los estadounidenses.

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No obstante, la situación de los defensores del castillo comenzaba a ser crítica. Édouard Daladier, el que fuera jefe de gobierno francés a comienzos de la II Guerra Mundial, vació una botella de Fernet Branca en compañía de dos soldados alemanes que luchaban contra los nazis en este mundo al revés. "La bebida estaba realmente mala", recordó más tarde.

Mientras tanto, los asaltantes de las SS celebraron un improvisado cónclave para trazar un nuevo ataque. Pero, de súbito, se escuchó el traqueteo de las cadenas de varios tanques y, al poco, apareció el primer Sherman estadounidense, lo que provocó la desbandada en las filas nazis.

El mayor alemán, jefe de los alemanes en el castillo, fue la única víctima mortal de los combates

Durante la batalla del castillo de Itter, en realidad, solo hubo una víctima: el mayor alemán Josef Gangl, quien cayó abatido por un francotirador. Cuando, por fin, terminó la batalla, las tropas aliadas condujeron fuertemente custodiados, ya de noche, a los prisioneros franceses hasta la vecina (y segura) Innsbruck. Para los soldados alemanes que participaron en la defensa del castillo de Itter, comenzó un nuevo cautiverio. Por su parte, Jack Lee y sus hombres se reincorporaron a su unidad.

Más tarde, Lee pasaría a la fama por ser el único oficial estadounidense que estuvo al mando de soldados alemanes durante la II Guerra Mundial. En la vida civil, en cambio, a Lee no le fueron tan bien las cosas: sus matrimonios se vinieron abajo como un castillo de naipes, soplados por su alcoholismo. En 1973, el héroe norteamericano de Schloss Itter puso fin a sus días a la edad de 54 años.

Tropas De Elite Alemanas Segunda Guerra Mundial

Source: https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20210619/7521983/dia-americanos-wermacht-lucharon-ss.html

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